
Gracias a algunas
actuaciones del sempiterno gobierno asentado en Venezuela, han venido a mi algunas remembranzas paternales;
algunas significaciones, que en su momento estudie, acerca de la corrección anticipada,
a tiempo y proporcional, que como padre les debemos a nuestros hijos.
En mi caso, soy padre
desde hace casi 13 años, y en medio de ese proceso de formación, he aprendido,
que la formación y corrección, para que sean ecuánimes, y logren sus resultados, deben estar emparentadas
con la constancia, paciencia, perseverancia, planificación, disciplina, y tesón.
Sin embargo nada de ello serviría si no activamos tres elementos cardinales: la
corrección debe ser temprana, a tiempo y
proporcional; y esto obligatoriamente nos conduce a analizar, a detalle, porque
ha de ser así.
Imaginemos a un padre
intentando explicarle nociones acerca del consumo de drogas, las relaciones
sexuales precoces o las relaciones sentimentales y su peso para el éxito en la
vida, a un hijo cuya edad esta sobre los 16 años. Obviamente este individuo
erro en la planificación, en lo que a estos aspectos se refiere. Más aún si
intenta reprimir conductas derivadas de dichas situaciones. En otras palabras,
por cuanto no lo formo en el tiempo correcto, en nuestro ejemplo, tal vez a
partir de los 8 o 9 años, se le dificultara corregir, y de intentarlo,
seguramente será subsumido por una corrección a destiempo, con las
implicaciones que a ello se arriba. Rebeldía, indisciplina manifiesta y
desafiante, división intra y extra familiar, violencia y finalmente no consecución
de lo soñado, esto es, hijos formados, listos para vivir.
El sistema en Venezuela,
no ha preparado a sus ciudadanos para vivir, conforme a las reglas mínimas
sociales. Empero, no podría hacerlo, porque quienes operan el sistema, han
desviado sus propias convicciones, y ni ellos cumplen las referidas normas, legales o morales.
Hoy por hoy, en diversas regiones de Venezuela,
nos encontramos frente a tres artilugios ordinarios, puestos de manifiesto por
el gobierno chavista-madurista, para hacerle entender al “muchacho” a través de
una “corrección escrupulosa”, ese al que nunca formamos ni alistamos para
vivir, y que ahora tiene 16 años o más, que las drogas no son una opción, y que
las relaciones sexuales no planificadas, traen embarazos no planificados, y
estos a su vez, traen desbarrancos emocionales incalculables. Es una analogía,
que insisto en creer, aplica para nuestra situación.
Estos tres
artilugios, buscan producir un comportamiento poblacional que no se cultivó; dicho
sea de paso, concebidos a media legalidad, tal como el caso de la denominada Operación
de Liberación del Pueblo (OLP), a ellas se suman los estados de excepción decretado
en los estados limítrofes, con el consecuente cuasi-cierre de fronteras.
El más grande desmán
que se le pueda ocasionar a un pueblo, es reducirlo por la fuerza, y con el ímpetu
del cañón, hacerlo rendir a un sistema, so pena de ser expuesto a la pena de
muerte, que ha representado el fallecimiento de cientos de venezolanos, caídos
en los operativos OLP. Es el padre, aquel que nunca hablo, ni corrigió en el
tiempo correcto, subyugando al hijo: amarrándolo, tapándole la nariz con
plastilina, o peor aun disponiendo de su vida, todo con la finalidad de que se
aparte de su adicción a las drogas.
Por su parte los
estados de excepción surten el mismo efecto. En diversas oportunidades el gobierno
ha reconocido el desmadre social en los distintos estados, fronterizos y no
fronterizos. De primera mano, el destino me ha permitido conocer sus raíces. Funcionarios
corrompidos, militares envueltos en escándalos de corrupción, ministros con una
conducta que deja mucho que desear, órganos policiales de prevención e investigación,
con el alma vendida al contrabando, la extorsión y al arte de delinquir “con
autoridad”.
Es la madre que solapa y
mancilla el honor de un hogar, trayendo a él, semana por semana una
nueva pareja, la que mejor rentabilidad le ofrezca, todo a los ojos de sus adolescentes
hijas; para después someterlas al peor de los castigos, por cuanto estas han
desafiado el sistema, he intentan hacer lo propio, a sus novus años; lo hemos
visto.
Las zonas donde se
han efectuado los operativos OLP, apenas ha durado unas cuantas horas o días,
la paz que prometía dichas acciones. Y es lógico.
Nuestro municipio Mara,
ya comienza a sucumbir de nuevo en los garfios del desparpajo delincuencial; no
ha cesado el denominado estado de excepción, y las colas para poner
combustible, de nuevo crecieron, y las de adquirir alimentos, como nunca
descendieron, se mantienen incólumes.
¿Qué ocurre cuando
los funcionarios-OLP se van del lugar donde arremetieron?
El hampa seguirá desbordada,
porque no hay un sistema de justicia que funcione; peor aún no hay gobierno que
invite a la formación del individuo; pero no es solo una invitación: es
proporcionar una serie de condiciones, que permitan al individuo, a la familia,
a la sociedad, crecer sana y robusta.
¿Qué ocurrirá cuando,
obligatoriamente, deban abrir de nuevo el paso fronterizo?
Las condiciones de
nuestro país seguirán en decline, entonces la moneda no se fortalecerá, como
muchos esperamos, entonces las industrias seguirán huyendo despavoridas, frente
al tronido revolucionario, frente a la falta de garantías jurídicas para
producir. Venezuela, el estado, seguirá canjeando oro por espejos. Entonces el
muchacho seguirá sus andanzas. No es pesimismo, es proyección pragmática antepuesta.
Aquel, el que nunca
se educó ni se corrigió, continuara en sus lances, y su conducta será peor, de
acuerdo a lo que vaticina el libro bíblico de Lucas, en su capítulo 11. “Cuando
un espíritu inmundo sale, anda deambulando, y cuando no haya donde parquear, se
vuelve al lugar de donde salió; y con el trae otros siete espíritus peores que él,
y llegados, hacen que el estado siguiente sea peor que el primero”
M.sc Juan Tovar
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