5 de octubre de 2015

¿En serio no lo saben?


Saludos nuevamente. Una vez superados algunas encrucijadas de la vida, he decidido seguir escribiendo.

Hay momentos en la vida, en que siento que mejor es no saber lo que años de estudio, aunado al contacto con la realidad, me han dejado. Y con ello quiero referirme a la situación penitenciaria del país, en su primera etapa, la que los estudiosos de las leyes conocemos como “privación preventiva de libertad”; en la calle esto es: “caer en el retén”.

Por esas cosas del destino, en estos últimos días me ha correspondido palpar algunas realidades de primera mano: esas que ignoran nuestros dirigentes, las que disimula la Ministro de Asuntos Penitenciarios Iris Varela (no entiendo porque viaja tanto fuera del país), y de las que ni Nicolás ni Diosdado nada dicen al país. Al país carcelario (privados y familias), al país de los presos, que también es país. La revolución, también en esta materia ha fallado. En papel, en ideas, en cadenas de televisión, en planes de la nación y en no se cuanta locura más, hay supuestas garantías para estos humanos venezolanos. Puertas adentro, sistema adentro, realidad adentro, el escenario cambia, y retumba en las voces de allá adentro.

En las historias que relato, obviamente, por respeto, he cambiado los nombres.

Pedro, es un wayuu muy joven, apenas tiene 23 años. Asumí su defensa hace apenas un año, tiempo en el que he entregado todo mi potencial como defensor, para liberarlo de las garras del sistema penitenciario, cruel por demás. A veces no sé cómo explicarle que no pudieron trasladarlo a las audiencias fijadas, por falta de vehículo. Sin embargo, si para el alcalde Ledezma no ha habido vehículo, que quedara para mi patrocinado wayuu.  Días atrás, como acostumbro para con quienes empeño mi sapiencia, decide efectuarle una visita en su centro de detención, y aprovechar de explicarle algunas cosas relativas al proceso. Cuando lo subieron al cubículo, apenas si podía caminar. Mi desafortunado cliente tenía un cuadro viral agudo, que incluía dolor de huesos, fuerte dificultad para respirar, fiebre y otras dolencias. Me contaba que el recinto penal entero estaba en esa situación, todo estaban enfermo. Indague con algunas autoridades, y entre los dientes me indicaron que estaban a la espera de que fuera autorizado el ingreso de algunos médicos para tratar a los “detenidos preventivamente”. De nuevo tuve dificultades para explicarle a este pobre mortal, que no importa cómo te sientas, estas a disposición de un sistema, y este esta descalabrado.

Hace una semana, exactamente hoy, le dieron muerte dentro del penal donde mi cliente Pedro esta, a una persona que si bien no era mi amigo, era hijo de personas muy allegadas a mi familia, lo que no me evito ese sentimiento abyecto de tristeza. Alberto, era un joven de apenas 20 años. Su papa murió hace algunos años, y de su mama poco sabemos, desde hace algunos años. Alberto creció al amparo de su abuela materna, quien desde una silla de ruedas apenas si pudo ofrecerle vivir por un tiempo. Y ocurrió lo que las estadísticas resaltan, Alberto cayó en las garras del mostro denominado Sistema Penitenciario. Decidí indagar un poco en el porqué de algunas cosas que rodearon su muerte. El día que murió, estaba “celebrando” no me supieron decir que cosa; lo cierto es formaba parte de una selecta fiesta que se llevaba a cabo en el retén. En medio del calor de los tragos, Alberto se “trago la luz” con el pastor; hubo un reclamo por deudas no atrasadas, y su respuesta irrespeto al “líder positivo”, como lo menta la Ministra Varela. Tal hecho le costó su vida; una detonación de escopeta dirigida a su frente acabo con el reducto de esperanza de una abuela, que aguardaba la liberación de su nieto. La trama, aún tiene historia. Me cuentan mis fuentes, que la fiesta continuo, como siempre ocurre. El “carro del pastor”, esto es, los ayudantes o súbditos del pran, lo sacaron del lugar, y lo colocaron en un lugar adyacente a la cancha del recinto. Alberto no era importante en ese lugar, y ni siquiera por estar muerto se notó su ausencia. El hedor de su humanidad recordó a quien pasaba cerca de él que allí yacía. Y 48 horas después, decidieron sacarlo del penal, es que ya su cuerpo no aguantaba más. Y en ese mismo momento, su familia se enteró que Alberto ya no estaba en la tierra.

Son historias que me conmueven, y que tal vez se saltan las estadísticas, pero que allí están. Historias que llevamos a cuesta los abogados, los imputados y sus familiares.

¿Hasta cuando la decidía gubernamental? ¿De verdad no se dan dé cuenta de lo que está ocurriendo? ¿Ignoran que este sistema perverso, denominado revolución, solo nos ha llenado de más muertos, de más robos, de más extorsiones, de más secuestros, y de más privados de libertad? ¿En serio no lo notan?      


M.sc JUAN TOVAR 

2 comentarios :

  1. Que impotencia siento. Porq los q tienen el poder no hacen ni el intento de poder. Como viven asi sabiendo esto y teniendo el poder.

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  2. Que impotencia siento. Porq los q tienen el poder no hacen ni el intento de poder. Como viven asi sabiendo esto y teniendo el poder.

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