31 de julio de 2015

Educación en y para los Derechos Humanos

 


Indica José Tuvilla, representante asociado de la UNESCO en la escuela, que asumir la Educación en y para los Derechos Humanos, reporta formular la pregunta por qué y para qué formamos, puesto que esas respuestas nos van orientando progresivamente en nuestro actuar. Afirma el autor que la EDH, como se le llamara en lo adelante, involucra no sólo la información en tanto comprensión de derechos, instancias, dispositivos y herramientas sino también implica una formación en valores de derechos humanos, sindicados a la libertad, el acato, la tolerancia, lo que derivara sin remedio a una humanidad más justa, democrática, objetiva, fraterna, donde la sobriedad humana será el eje central de actuación.

Si esto es así, podemos afirmar entonces que la EDH está orientada a engrandecer y encumbrar social y humanamente a las personas para que sean “sujetos de derechos”; ello enlaza estar al tanto de los derechos y garantías que están subrogadas a los seres humanos, con la posibilidad de abordar la realidad material social para transmutarla positivamente; en la medida en que la persona, y el colectivo se auto reconoce como “sujeto de derecho” se proveerá de elementos y convicciones, no sólo para exigir el respeto de la dignidad humana, sino que también estará en condiciones de tributar fórmulas de solución, y  aun mas, involucrarse en el progreso hacia una sociedad más justa, ecuánime y linajuda,  donde se robustece una cultura de respeto a los derechos humanos.

Reafirmando lo planteado, esa llamada transmutación positiva, envuelve los objetivos cardinales de la EDH, y nos provee de la luminosidad necesaria para saber el por qué y para qué educamos, enunciados como sigue:

Formar sujetos de derechos: El objetivo se focaliza en que las personas desde su propia realidad, y desde su propia condición de ser humano, detentora de derechos, los reconozcan, los sustraigan a su realidad y se los arroguen. En tanto que el conocimiento es poderío, éste les debe dar herramientas para defenderlos, suscitarlos, reclamarlos, es decir, con el fin de que sepan al dedillo como conducirse en caso de que éstos sean trasgredidos.

Prevenir y amparar los derechos humanos: tomando en cuenta que, la EDH no sólo se basa en el conocimiento jurídico normativo (tratados, convenciones, leyes) sino también en incrementar las pericias y la actuación relacionada a la salvaguarda y fomento de los derechos humanos; es decir, en la organización y participación para la tutela y prevención de los mismos. De esta manera, y a la par de que los pueblos tomen conciencia sobre la necesidad de reconocerse como sujetos de derechos y se instituyan desde sus particulares localidades para su impulso y custodia, se estrechará su rango de lasitud ante amenazantes quebrantamientos. Lo que traerá como secuela que se forjen dispositivos eficientes de registro, control y observación sobre las distintas instancias del estado, en su obligación de reverenciar, endosar, preservar, y suscitar una “sana producción de derechos humanos”.

Erigir ciudadanía: la EDH tiene también como objetivo, sumamente importante además, formar proponentes de sistemas democráticos, que contribuyan a construir ciudadanos, a partir del dogma que refiere “lo mucho que nos falta para obtener lo que estos ordenamientos políticos procuran establecer”; la idea es que el discente o educando se adjudique actitudes invectivas, ante las inopias de nuestros regímenes tanto políticos como económicos y sociales. Es por ello entonces, según indica el escritor Juan Calzadilla, que las prácticas educativas, además, si bien deben beneficiar el reconocimiento y valoración de los progreses conquistados en el sistema democrático, debe también viabilizar la tipificación de sus raquitismos y disimulos, de las condiciones de fragilidad de sus instituciones.

Adminiculado con los objetivos, están los contenidos, los cuales, a decir de Susana Sacavino, en su obra Los Derechos Humanos desde la Educación en Valores, en ambientes democráticos, deben seguir un marco crítico, humanista, emergente, liberador, que se constituyan en norte para una democracia real, los cuales deberían centrifugar en torno a:

La vida, en todo su sentido, como prioridad: que representa proteger, espolear, reverenciar, amar la vida de la tierra y de todo lo que contienen vida en ella.

Apoyo y cohesión con la especie humana: con el prójimo y con el que está más acullá, y aun con los que arriban posteriormente a la luz del intelecto, de la cultura, del conocimiento.

Contribución como antagónico a exclusión: frente a un juicio como de contrapuestos y excluyentes, se pretende desarrollar una lógica continente e incluyente, que supla las faltas arrastradas, donde todos tengan derecho y lugar para la participación y contribución.

Tolerancia: que implica no sólo aprobación, sino el poder festejar lo diferente y lo diverso.

           • Racionalidad copartícipe: para dejar brotar una nueva racionalidad capaz de modular el rigor intelectual con la pasión, la piedad y la búsqueda de escenarios de vida más humanas para todos.

M.sc Juan Tovar

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