
La
función del estado como ente regulador de las demandas colectivas es un juego
de equilibrio en donde deben mantenerse poderes e intereses colectivos e
individuales, donde la transparencia y la ética, deberían ser los entes
reguladores del uso de la fuerza y el poder. Estos dos últimos elementos, son
factores intangibles, cuyo inadecuado ejercicio se convierte en una acción
meramente tangible y sensible por las masas.
Los
Derechos Humanos aparecen en este escenario como la evidencia que es necesaria
un sistema de coerción que obligue al respeto de la integridad del otro. Dentro
de un sistema jurídico, los derechos humanos, se refieren a todos aquellos
derechos del hombre, de segunda y tercera generación que permiten el
desenvolvimiento de los individuos de forma tal que no opaque u oprima la igual
capacidad de desarrollo de los otros.
Ahora
bien, el alcance del poder como tal, en múltiples ocasiones a lo largo de la
historia ha devenido en el abuso del
poder. En la Roma Papal, durante el periodo medieval, la figura del Papa poseía
tanto poder político, y poder religioso, aunado a la llamada infalibilidad
papal, lo cual influyo en abusos de poder, relacionados a intereses económicos
y políticos. De La Torre (2015). De este
punto, surge la necesaria separación de poderes para la garantía de derechos
humanos, individuales y colectivos.
El
punto anterior es la esencia del presente aporte, de cómo la vinculación de
poderes, políticos, electorales, económicos, jurídicos y sociales en Venezuela,
ha determinado e influido en la politización de los derechos humanos en
Venezuela, y su aplicabilidad.
Eventos
como los ocurridos el 11 de abril de 2002, en el mes de febrero de 2014, y que de forma menor continúan ocurriendo, en los que de una una y otra partes se han tomado decisiones que contravienen la garantía de la estabilidad social del
país ejemplifican esta situación, en la cual se ha incurrido en una exclusión
social de carácter político, tal como lo señalan Maingon et, al (2006).
Venezuela
viene siendo protagonista de múltiples fenómenos singulares. Estos han devenido
en problemas, que han tenido una respuesta común: planes de ajuste estructural
que incluyeron estrategias focalizadas –típicamente neoliberales– de
intervención social. Los unos liquidaron los fundamentos rentistas del Estado
mientras que, los otros, pusieron en serio peligro los viejos mecanismos
clientelistas de control social. A partir de ahí se configuraron los cimientos
de un creciente malestar interclasista. También los de una espiral de
endeudamiento financiero que no ha hecho sino acelerar el derrumbe del sistema, hoy por hoy,
más que nunca.
En
ese contexto están confluyendo dos fenómenos preocupantes. Por una parte, la
creciente frustración de los sectores populares y –sobre todo– de las clases
medias ante su pérdida de peso político y poder adquisitivo. Por otra, la
insuficiencia de servicios públicos e infraestructuras capaces de mitigar el
deterioro social. El exponencial incremento poblacional así como el rápido
proceso de urbanización han convertido en más perentorias las necesidades
sociales que antaño. Dichas carencias se han agravado, tal como lo muestran los
términos de una segregación social marcada, a partir de la cual ha comenzado a
generarse una frustración cada vez más politizada, en los venezolanos de la
Venezuela del año 2015.
Vale
la pena recordar, pues es la base de nuestra realidad actual, el surgimiento,
por ejemplo, de la opción política del movimiento de V República. Este jugó un
papel importante la vinculación política como medida para acceso a beneficios.
Así como se evidencio más adelante en la lista Tascon, documento a través del
cual se continúa limitando el acceso a documentos, divisas, y beneficios
sociales a individuos, quienes hubieran votado o firmado en los procesos
electorales llevados en contra del gobierno.
Dicha
politización del acceso al Poder, y a beneficios se ha venido haciendo más
profunda a lo largo de los años, e inicio la politización del sistema jurídico,
tal como señala el autor Tamayo (2012).
Lógicamente
la reestructuración definitiva del Poder Judicial necesariamente implica acabar
con ese sistema de designaciones digitales, de quitar y poner a dedo los
jueces, de haber eliminado los concursos, porque hoy por hoy la gran mayoría de
los jueces son provisorios y puestos o quitados a capricho de las autoridades
del Poder Judicial, puestos y quitados porque agrada o no una decisión de un
juez en ejercicio de su autonomía.
Para
nadie es un secreto que no hay autonomía en el Poder Judicial y eso queda evidenciado
por la falta de estabilidad de los jueces en su cargo. Aquí hay jueces que
sufren los rigores de la falta de un debido proceso, porque no se respeta en lo
absoluto si son de carrera o no, simplemente se suspenden y ya. Muchas de las
suspensiones que están ahorita vigentes son producto de decisiones caprichosas.
Hay
jueces que tienen cinco años suspendidos sin goce de sueldo y no tienen
posibilidad de defenderse, no tienen posibilidad de trabajar en otras cosas.
Esa una situación bien dramática. Entonces obviamente hay que despolitizar al
Poder Judicial. Volver a los sistemas de concurso, darle a los jueces la
estabilidad que no tienen, garantizarle su debido proceso al momento de un
procedimiento disciplinario, no ser sancionados por las decisiones que
adopten”.
Se
denota entonces, que el contexto donde se ejercen los Derechos Humanos en
Venezuela, y los poderes encargados de darles correcto cumplimiento, se
encuentran amañados a la vinculación política del gobierno en curso.
Con
estos artículos induzco, o eso pretendo, a ubicar de manera teórica y jurídica, el contexto en
el cual se encuentran ubicados los derechos humanos en Venezuela. De manera
práctica, ejemplifica como la
vinculación política desvirtúa, la imparcialidad de la justicia, y como frena
el engranaje jurídico al ralentizar el
debido proceso, así como afecta los sistemas económicos al aumentar los costos
de mantenimiento del sistema jurídico-penitenciario.
Además
es una clara invitación, a mis colegas, estudiosos y defensores de los DDHH, al
hacer una aproximación a la realidad de la politización de los derechos humanos
y exclusión social, que desde hace unos cuantos años, vivimos en Venezuela, y así
contextualizar el “contrasistema” jurídico que se aplica en Venezuela, en la
gran mayoría de los casos, sean judiciales, administrativos, laborales,
investigativos, policiales, incluso en lo que se refiere a la esfera personal
de los que disentimos.
Dicha
contextualización, debe estar enfocada hacia 5 aspectos, que creo importante, y
así lo he manifestado a muchos colegas:
1. Analizar
y documentar la violación de los derechos humanos relacionada a factores
políticos en el marco jurídico venezolano.
2. Determinar
factores de exclusión social en casos de violación de los derechos humanos
relacionada a factores políticos en el marco jurídico venezolano, para crear
alertas tempranas, sobre todo a nivel internacional.
3. Describir
elementos de politización y exclusión social dentro del sistema jurídico
venezolano. Hacerlo con extrema claridad, a los fines de que los observadores
de “nuestro fenómeno”, lo entiendan en su sentido correcto.
4. Establecer
los elementos que ejemplifican la politización del sistema jurídico venezolano
y el sistema penitenciario.
M.sc
Juan Tovar
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