
Venezuela es uno de los grandes productores de
petróleo y sus derivados, fue en algún momento, un sobresaliente exportador de
café, de aluminio, acero y hierro. Gran productor de cemento, carnes, leche,
azúcar, cereales, maíz, trigo, y otros alimentos de la cesta básica. En la
actualidad, el país que se perfilaba como uno de los más ricos de Suramérica, resiste
una penuria que ronda el 90% de los productos básicos, supera el 110% de
inflación tras una aguda crisis económica, y a duras penas mantiene el salario
mínimo más bajo del mundo (en términos reales) y recientemente se reporta el aumentó
del índice de pobreza en un 30%.
Cuando examinamos, por ejemplo, los precios de venta
de la gasolina, nos encontramos que, gracias a una “excelentísima” mala disertación de las políticas públicas, relativas
a la administración de los recursos provenientes del petróleo, un litro de agua
cuesta aproximadamente entre 18,00 VEF a 20,00 VEF, mientras que un litro de
gasolina tiene el importe de 0,07 VEF. En la praxis productiva, esta situación
hace que la estatal petrolera, y consecuentemente Venezuela, desaproveche más de
12,5 millardos de dólares al año.
Cuando seguimos esculcando en las políticas públicas
del gobierno venezolano, de las que todo ciudadano espera un enrumbe
productivo, entonces nos encontramos con que se está subsidiando buena parte de
las economías de países como Cuba, República Dominicana y Nicaragua con despachos
de petróleo. De ellos, solo Nicaragua recibe 27.500 barriles por día, desde su afiliación
en 2007, a la alianza de países de PETROCARIBE.
Otro elemento que enlaza la casi nula productividad
actual, con las políticas públicas, viene a ser dichas políticas, en materia
cambiaria. Lo demuestra el hecho de que Venezuela posee tres tipos de cambio
oficial: Un dólar preferencial a 6,3 VEF, otro a 12 VEF y un tercero ubicado en
aproximadamente 198 VEF, dependiendo de la tasa que use y para qué fin. Sin embargo,
la realidad económica no se equipara con el precio real del valor de los costes
de producción, por lo que la mayoría de las transacciones comerciales se
manejan con un dólar paralelo que ya sobrepasa los 500,00 VEF.
Sin desparpajo, y usándola al mejor estilo de la más
prodigiosa de las políticas públicas que inciten la producción, las autoridades
gubernamentales de Venezuela, hoy invocan ante la grave crisis que vive
Venezuela, una “Guerra económica y un golpe de Estado económico”;
imputando la inflación, los altos precios y el “acaparamiento de
productos” a una conspiración de las empresas privadas con los sectores
llamados poderosos, capitalistas u “oligárquicos” , ligados con el
grupo de “la derecha” o los partidos antagónicos al gobierno, y
afines al gobierno de los Estados Unidos; todo con el supuesto fin de
desmantelar el aparato productivo y el parque industrial del país, y con ello
la economía venezolana.
Continua la retahíla de “políticas públicas”, de
acuerdo a los anuncios oficiales, con instrucciones impartidas desde el bastión
presidencial, al tren Ejecutivo y al Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), para continuar líneas de trabajo de “ofensiva social”, así como supuestas
investigaciones para precisar quiénes son estos grupos, a quienes ellos acusan
de querer emboscar el desarrollo de la economía.
Para ilustrar lo anterior, tomaremos como epicentro de
estudio, en materia de políticas públicas, el sector agroalimentario. Este arguye
una paralización despótica del aparato productivo del país, basado en una serie
de anuncios, ofrecidos como “políticas económicas”, las cuales han manifestado ser
descaminadas, precarias y desatinadas, y que poco o nada han favorecido a la
industria de los alimentos. En esta área concreta, las políticas públicas han
sido ostensiblemente deambuladas, pues se han asentado en expropiación de tierras,
la militarización de las importaciones, el control de las divisas, confiscaciones,
acoso a la producción, congelamiento de precios e importaciones excesivas de
manera falaz, tan solo por aludir algunas.
Las erradas políticas públicas, rotuladas por muchos
analistas como políticas más populistas que publicas, tienden a enfermar al
sector productivo, con, por ejemplo el ya citado control de precios, cuya justificación
es favorecer al consumidor final, pero que tampoco lo obtiene.
Un ejemplo de ello es el acceso al pollo. En el
mercado su precio es de 280 Bf el kilo,
pero está regulado por el gobierno a 53. Sin embargo, mientras no se permita a
los granjeros de pollo y los mataderos de pollo tener un margen de ganancia nomotético,
franco y oficial, en donde se venda el pollo a 85 o a 90 el kg, no habrá pollo
y el poco que hay se venderá a altos precios, lo que quiere decir que hay que
ir a una política de ajustes, de aproximación de los precios al contexto socioproductivo
factico.
Para que este contexto mute, es forzoso, sin duda, instaurar
autoridades gubernamentales comprometidas, nacionalistas, expertas en estimular
la industrialización real y la producción efectiva, y con ello el empleo
nacional; disponibles siempre a dialogar con los figurantes principales de las
cadenas agroalimentarias, que instauren metas u objetivos de producción y productividad,
que permita la colocación de recursos financieros y de insumos y que garanticen
el pleno abastecimiento a precios razonables.
M.sc Juan Tovar
Y QUE NUESTRAS AUTORIDADES NO ESTAN COMPROMETIDAS? ESTE ARTICULO ES BARBARO, ES EL COLMO DEL DESESPERO DE UN ESCUALIDO. O ES MEJOR LO QUE HACEN LOS APATRIDAS? IRSE A ARRODILLAR ANTE LOS IMPERIOS...DAS RISA
ResponderBorrarGracias por visitar mi blog. Desespero! pues si! y como no. Este gobierno es un experto en políticas populistas. Pero las verdaderas políticas, las que le harán bien al pueblo, y no a su populismo inútil, no se atreven a tomarlas.
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